domingo, 9 de mayo de 2010

Otoño sobre Bethoveen



Siento el adagio meciéndose en el viento
que no cesa de jugar con las caducas
de este frío otoño, no puedo dejar de
sonreír maravillado por el reflejo del sol
sobre las mismas.

estrecho mi mano tibia en la tuya helada
estimulando mi percepción.
Hago catarsis entonces
y me arrodillo en el pavimento 
vendiendo mi alma al diablo
 cambio de la efímera eternidad
de este momento.

Entonces te sonríes
si! 
con esa misma sonrisa que esbozas ahora!
No necesito nada más.

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